viernes, 6 de noviembre de 2009

Una mujer


Yo no sé si me vea muy perversa o hasta sacrílega al subir esta imagen. Pero, y no sé muy bien por qué, esta imagen me pareció de una belleza que roza el deseo.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Beauty



Desde hace tiempo que, tratando de hallar la inspiración para escribir, como solía ser en mi etapa donde las palabras brotaban como las hormigas antes de llover, me postro en actitud contemplativa hacia aquellos detalles, miradas, sucesos, dignos de arrancar al menos dos o tres metáforas de mediana estatura, no logro con éxito, a mi gusto, musicalizar una silueta, aromatizar una sonrisa nerviosa vista de reojo, o al menos, en las últimas de la desesperación, describir con algo distinto a una prosa los detalles de un desnudo accidentado de belleza que inspire una pasión desesperada.

Entonces solo contemplo. Observo, a veces, más del tiempo usual, regodeándome en un voyeurismo biensano.

Y así terminé alejándome, quizá temporalmente, o no, pues el tiempo es un cónyuge celoso, de mi amante pasajero, la poesía, pero solo para arrojarme a los brazos de la nueva, la fotografía. Así que sin más ni menos vergüenza los invito a contemplar la de arriba, manifestación etérea no conmutativa y no lineal de lo que mi hormiguero apenas osaría llamar "belleza".

En cambio, invito a ver a detalle y a la velocidad solo igualada por un aria, las hermosas líneas trazadas del esternón al bajo vientre, la posición de los dedos, la apertura de los labios, la sombra inigualable que solo pueden proyectar unos senos pequeños, un codo, unos ojos cerrados, una naríz, un cuello para enloquecer al instante...

¡Que cosa rara, ésta ilusión de que la belleza es el bien!

viernes, 21 de agosto de 2009

La luz

Cúbrelo con tus labios. No…, no…, despacio. Apenas acarícialo. Seguro sabes cómo. Así: dulce, fiel, suave, con calma. Es un secreto que te penetra con ritmo de rezo y lo atesoras silenciosa; con los ojos mirando al cielo, mirando mis ojos compasivos desbordantes de éxtasis. Me gustas. Me desvaneces. Sí, así. No pares, no reprimas, no aceleres. Mírame. Necesito que me mires. Deja que tu rezo sepulcral mantenga la fuerza. No pares, no reprimas, no degustes. Goza mi dureza, goza mis jadeos. La posesión es mutua. Mis dedos te coronan con punzante dolor. Es la revelación. Abre más los ojos. Siente mi luz, acaricia mi luz. No pares, no ansíes, no desbordes, no…, no…, no...

jueves, 30 de julio de 2009

Extroito

Prometí hace tiempo responder a la "Introito" de Franco. Pues bien, va aquí un intento:
" ¿Es el orgasmo igual en la mujer que en el hombre? Salvador Elizondo en su serie de aforismos encadenados titulado Ostraka, incluido en su libro Cuaderno de escritura dice: 'Orgasmo es cuando el hombre se vacía y la mujer se llena. La mujer siente que la están llenando. El hombre no siente que se está vaciando. Siente que está llenando'."

Creo que para las mujeres hay diferentes tipos de orgasmos. Los hay sutiles, delicados como una caricia, un roce de placer que adormese y deja un sabor en la boca parecido a un pay de queso con pequeños toques de fresa. Delicioso.
Los hay arrebatadores, incontenibles, que te forman un ciclón en el vientre que forzosamente debe culminar en grito.
Y sí, los hay sublimes, infinitos, que te llevan a un momento de trance, de revelación, de descubrimiento absoluto del universo; y una es una gran copa que de pronto se colma de energía (astral o universal), y de pronto sabe cómo se siente lo eterno.
Para mí no es una muerte. Es la vida.
En cualquiera de los casos es un orgasmo que se siente por todo el cuerpo, que recorre...
Un encuentro, creo, con el lenguaje original: "aí aiiiiiiiiiiiiií au o au au."
Creo que Björk logra una buena descripción de un orgasmo con Cocoon.

miércoles, 22 de julio de 2009

lunes, 20 de julio de 2009

[ Justificación. ]

la devoraria del cuello, le morderia los pezones.
la haria sonreir asi como ahora sonrie, pero llena de espasmos,
pero envuelta en placer,
en puro jugo gastrico aumentado;
en si, en mi,
sobre la mesa.
la haria alucinar acerca de las mariposas, acerca del cielo, y de dios:
toda buena nalga ocupa de algo de sagrado.

_______________________
* Nota: el uso indiscriminado de errores ortográficos es intencional.

viernes, 10 de julio de 2009

Echando pata que es gerundio

Por encima
por debajo
por detrás
entre las piernas
donde terminan las nalgas
como una montura
con la cara echada atrás
tu cabello mi prisionero
sobre rodillas
gritos al aire

Por de lado
por delante
por detrás
por doquier
de cucharita
aprieta pezones
suelta mordidas
el cuello sudado
suspiros de fuego

Por la boca
por los labios
por toda la cara
con una sonrisa
el cabello en la frente
deslizando la lengua
tu mirada caliente
de tortura
de pasión
de rigor

Echando pata eso sí
pero sin obligar al tiempo, modo, número ni persona

jueves, 9 de julio de 2009

lunes, 29 de junio de 2009

domingo, 28 de junio de 2009

[ El sueño de una tarde de verano.]

Parafraseando el título de Shakespeare.


Sus labios eran de LSD y sus ojos de oxidiana.

Sus ojos eran de locura o de desesperación de mí, de antesala de mí.

Su figura era un cuerpo incandescente parecido al que Borges describe en el Aleph.

Su voz era mi falta, mi desvelo.

Su cabello era un concierto de caireles: desencuentro de fantasmas, encuentro de desahuciados.

Su piel, su cuerpo suave, su tez, las margaritas.

La amé (¿me amó?; creo que no tiene importancia).

La amé en una tarde de verano y después se entrego a su silencio

(de espasmo, de desolación, de miedo, de impresión de infinito) empapada en sangre, en sudor, embarrada de llanto...


Salí caminando. Sólo fue un desvelo.

En una tarde de verano jamás la encontré.



_____________________

* Comprendo a la perfección el concepto de la página. Una disculpa si no alcanzo a llenar las expectativas.

** Nota: Descubrí que al publicar el poema, por el formato del bluff, algunas de las líneas se cortan. Hago las aclaraciones pertinentes: la 3a y la 4a línea son realmente 1, la 3a.

La sexta línea debe leerse así: "Su cabello era un concierto de caireles: desencuentro de fantasmas, encuentro de desahuciados."

Las líneas 11 y 12 son realmente una sola.

Eso es todo.

miércoles, 17 de junio de 2009

Santería

Y en la noche el caballo galopa.
Baila, Shangó
Tiembla la tierra ante la virilidad del casco.
Vibra, Shangó
Ella salta por la ventana tratando de acariciar el fino pelaje de la bestia.
Arde Shangó

Está poseída, está muerta: es el cuerpo.
Truena, Shangó
La sangre de la gallina alimenta el deseo.
Destruye, Shangó
Se retuerce, embiste a la nada, se traga el grito
Es hora, Shangó
Todo en calma, la ruda en el suelo, el aroma dosificado en la tierra.
El rey ha muerto.


*Disculpen la tardanza, estaba perdida en mi nombre, pero he vuelto.

sábado, 6 de junio de 2009

autoestimulación erótica

Se murió Cuan Chan Kein, aka Bill (el de la venganza).

Que dicen en Bangkok que la causa de muerte fue asfixia por autoestimulación erótica.

Cada vez veo con más frecuencia casos de muertes por esta causa, al menos sugerida. Lo cual me indica 3 cosas:

1. Cada vez hay más personas realizando esta práctica.

2. Lo cual sugiere que se siente tan bueno como para que valga la pena arriesgar la vida por el placer de cortarle el oxígeno al cerebro durante la estimulación.

3. Ha de ser culero que te encuentren muerto en pelota, con el cuello amarrado a las bolas con una cuerda, como puerquito.

Y siendo la autoestimulación erótica tan arriesgada, será más común de lo que te imaginas? o no? valdría hacer una encuesta.

Salud de fraile y complemento aterciopelado!

lunes, 1 de junio de 2009

Caminando sobre Paz

domingo, 24 de mayo de 2009

Introito...


Se supone que mi labor tendría que ser la de servir de contrapunto a la poesía de Xitlally. O al menos esperaría que en algún momento pueda lograrlo (hace mucho que no me paseo por este tema y sinceramente ésto es como el inglés: cuando no lo usas se oxida).

Por lo pronto les extiendo la siguiente duda (me auto-cito):

"
¿Es el orgasmo igual en la mujer que en el hombre? Salvador Elizondo en su serie de aforismos encadenados titulado Ostraka, incluido en su libro Cuaderno de escritura dice:

"Orgasmo es cuando el hombre se vacía y la mujer se llena. La mujer siente que la están llenando. El hombre no siente que se está vaciando. Siente que está llenando".

Si los poetas** han denominado el orgasmo como "la petite mort" (poetas de género masculino), porque se vacían; ¿cómo es entonces el orgasmo de una mujer si ésta se llena?

Es decir, si para el hombre es una experiencia cercana a la muerte, palabra por palabra, "la pequeña muerte" (el desalojo de su alma y de su razón), en la mujer el orgasmo debe equivaler a (o debería de ser) un momento de trance, de revelación, de descubrimiento absoluto del universo (puesto que se llenan). Y no tanto de muerte, como lo describen los poetas-hombres.

En ese momento la mujer debiera ser como una gran copa vacía (receptáculo, diría mi maestro) que de pronto se colma de energía (astral o universal); y tendría por tanto que saber lo que se siente lo eterno.

Si el amor en la mujer se manifiesta de forma distinta que en el hombre; si en el acto sexual el cuerpo de la mujer se enciende entero, mientras que en el del hombre sólo lo hacen su sexo y su cabeza; ¿porqué el orgasmo no podría ser distinto entre uno y otro?, ¿porqué en ambos casos se describe semejante a la muerte?
"

Así llegué a la duda el día de hoy: ¿qué significa un orgasmo femenino?, ¿cómo se siente?, ¿es igual o distinto a la pérdida de la conciencia del hombre?

Espero encontrar algún día la respuesta.


_________________
** Al menos Georges Bataille y creo que Apollinaire (pero de éste no estoy seguro).

martes, 12 de mayo de 2009

Encuestas y otras novedades

Pues bien, según la última encuesta parece que a todos nos da igual el color de la lencería con que sea lencería. Nada mal, creo yo. Así las mujeres podemos estar tranquilas de que, escojamos el color que escojamos, nuestro hombre será feliz.
Acabo de ver la película de Dr. Kinsey y me ha gustado mucho. Creo que lo que descubrió Kinsey, aquello que lo hizo crear una enorme polémica y emprender un estudio de grandes magnitudes, también puede estar relacionado con la tasa de divorcios. Y es que muy pocos parecen comprender la importancia de la sexualidad. No que lo sea todo no, pero qué bien nos hace. Es triste encontrar a mujeres que no se animan a descubrir su propia sensualidad y más triste aún saber que muy, muy pocas mujeres conocemos el orgasmo. ¿Cómo es que no conocen algo tan maravilloso? Y también está la otra parte, claro, porque también son pocos los hombres que saben despertar esa sensualidad en la mujer. El curso matrimonial que daba Kinsey debería ser tomado como algo vital, creo yo.
Según Wikipedia, Kinsey y su personal realizaron 18.000 entrevistas y publicaron "El comportamiento sexual en el hombre" en 1948 y "Comportamiento sexual en la mujer" en 1953.
Lo que encontró explica muy bien nuestra frase de que "es más común de lo que te imaginas". Veamos:
Sobre la base de más sus entrevistas, Kinsey llegó a una serie de conclusiones:
  1. El 37% de los hombres entrevistados experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual a partir de la adolescencia.
  2. El 13% de los varones sintieron deseos homosexuales, sin que se produjera por ello contacto físico alguno.
  3. El 25% de ellos tuvieron experiencias homosexuales no incidentales entre las edades de 16 a 55 años.
  4. El 18% mantuvieron igual número de relaciones heterosexuales que homosexuales durante un período mínimo de 3 años, entre las edades de 16 a 55 años.
  5. El 10% tuvo una conducta estrictamente homosexual durante un período de 3 años como mínimo y entre las edades ya reseñadas.
  6. Sólo un 4% manifestaba una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida y ya manifiesta durante la adolescencia.
  7. La homosexualidad existía a todos los niveles sociales y ocupacionales.

Y en cuanto a las mujeres se refiere:

  1. Un 13% de mujeres habían experimentado algún orgasmo homosexual a partir de la adolescencia.
  2. Sólo un 3% de las mujeres habían sido predominantemente homosexuales durante un período de 3 años como mínimo.
  3. Las mujeres, en contraste con los hombres, no solían ser promiscuas y tenían sus relaciones homosexuales sólo con 1 ó 2 compañeras en el 71% de los casos.

Estos resultados, llevaron a Kinsey a confeccionar la Escala de Kinsey sobre la heterosexualidad-homosexualidad, donde el grado 0 manifestaba una heterosexualidad completa sin ambajes y el 6 una homosexualidad exclusiva y dominante. Aun así, su estudio demuestra que la mayoría de las personas se encontraban dentro del número 1 o 2 en su escala. Las conclusiones que se extraen de la obra de Kinsey difieren radicalmente la apreciación de la homosexualidad como fenónemo minoritario: la mitad de los varones de la muestra estudiada habían tenido al menos una experiencia homosexual (a nivel físico o de fantasía), aunque era muy frecuente que hubieran tenido más de una, o incluso una vida homosexual exclusiva (4%).

¿Qué tal, eh? Pues he aquí la encuesta para estos días.

viernes, 20 de marzo de 2009

Deseo y placer

Ya cerró la encuesta, y parece que la mayoría asociamos el sexo, primero que nada, con el deseo. Me parece justo. Después de todo el deseo rige muchas cosas en esta vida. Muchas decisiones se toman en su nombre. Me parece curioso que el deseo esté en primer lugar y luego venga el placer. Podríamos pensar que es porque uno es consecuencia del otro pero, ¿y si no? ¿Será que quizá deberíamos hacerlo primero y ante todo por placer?
En fin. Mi madre me preguntó por qué mis poemas son tan eróticos. Yo le respondí sinceramente: casi nunca me doy cuenta de ello sino hasta meses después. Les dejo uno de esos poemas:

Transparencias II

Pero en la noche sube la marea
y se reseca la garganta a cada entrada de la noche
y viene el frío
de fuera
y sopla adentro.
El grito
de carne en cada peso de la almohada
y vuelve y arremete y hace entrada
para vestir rocío
y galopar el sueño.
Remota oscuridad que huele a mares
que se descubre en movimiento en falsas noches
que me remite en giros insaciables
para rendirme abismo
en cada vuelta
o con la oscuridad de la sala.

lunes, 9 de febrero de 2009

El Diario de Paula I

La ví ayer otra vez...

Era esa hora que aletarga el día y vuelve indecisa a la noche. Miraba ese dorado del cielo que me acobija la piel mientras leo al pie de mi ventana, cuando ella apareció... Apenas la distinguí al principio, casi como una sombra inadvertida tras las cortinas de tenue seda que entreabiertas danzan con el viento.

Iba desnuda... Casi no dí crédito a tan bella imagen. Inadvertidamente solté a D.H. Lawrence en una página perdida, lo cual en otro momento me hubiera consternado, pero no ayer... porque ayer al verla pasar frente a la ventana de su cuarto no pude sino ocultarme rápidamente tras el marco y mirarla en silencio.

En un instante volvió a pasar una vez más... esta vez lentamente... y me estremecí a la vez que sin darme cuenta ya me mordía el labio y mi corazón se aceleraba. "Paula!! qué estás haciendo?" me dije... Pero la culpa no hacía sino comportarse como la he malcriado, caprichosa y egoísta.

Una vez más apareció. Esta vez se quedó estática, dándome la imagen de una espalda majestuosa... me inundó de envidia aquel dorado que se filtraba a su habitación y la tocaba, la acariciaba en un juego de sombra y color. Y sus nalgas, de perfil de luna creciente, casi podía imaginarlas suaves, tersas al roce de mis manos... Me sonrojaban tanto que me ví obligada a mirar al piso y esconderme. Pero necesitaba más, volví a mirar y esta vez sus piernas me atraparon, se apoyaba sensualmente en una vieja silla mientras terminaba de secarlas. La sola imagen de la toalla recorriendo su cuerpo me viajó a su habitación, podía imaginarme el aroma a jabón de jazmín tras su cuello, sentir la humedad aún guardada en su ombligo... en sus pechos... su cabello...

Una media... otra media... Y luego esa hermosa lencería negra que le ví desempacar frente al espejo el martes pasado... Luego desaparece. Me sentí gritar en silencio al perder su imagen. Pero apareció de nuevo, y el balanceo rítmico de sus pechos me provocó un cosquilleo que escaló de la planta de los pies a mis entrañas, se abrió paso en mi estómago, para luego agolparse como una presión intensa en mi cuello. Calor! calor!! calor intenso en mis palmas. Y mis ojos bien abiertos deleitándose en la redondez de sus pezones. Los míos hicieron lo propio y pronto mi blusa delatora se apoderó de mis instintos.

Que sensación intimidante! No pude seguir mirando y me recargué de espalda a la pared, sabiendo de lo dura que es la vida cuando a mi carne la asalta la belleza. Me deslicé, lentamente, hasta el suelo. Descancé en cuclillas por un tiempo, cabizbaja y con los ojos cerrados, memorizando cada detalle de su cuerpo.

Pasaron los minutos y logré respirar profundamente tras un suspiro largo que me recobró la conciencia. Medité un rato en silencio sentada en el suelo. Sabía que para entonces se habría ido. Pero su silueta ha quedado impresa en mi mente, así como el retrato de mi afrenta en esta página.

lunes, 26 de enero de 2009

La muchacha

La muchacha

…este instante durísimo en que una muchacha grita
Efraín Huerta

Había clientes raros, con manías y fantasías particulares, pero nadie como él. Y quién sabe, quizá empezaba a enamorarse un poco.
Esa noche, envuelto en su eterna gabardina, le prohibió mirar. Y qué importaba el frío metálico del inicio: ella sabía que él iba a complacerla.
Esa noche había decidido no cobrarle.
El frío se hizo un roce tibio, agudo, al calor de la entrada a su sexo; mientras los pezones se destrozaban bajo las tenazas de sus manos.
Un gritito apresado.
Luego otro.
Y la penetraba un poco más, cada vez un poco más, hasta el delirio.
Hacía calor.
Ella no podía explicarse su cuerpo empapado de sudor cuando sólo se estaba abriendo. Y su martirizada orquídea se deshacía en un mar inmenso.
Un grito ahogado.
“¿Así, cabroncita?”
Pero no había aliento para responder. El dolor la agotaba, insaciable, en el desgarre del placer.
Ella volvió a gritar y, a modo de respuesta, un golpe en su mejilla terminó de aturdirla. Ya no escuchaba otra cosa que sus propios gemidos y la respiración animal del hombre. Ya no existía en su cuerpo más que la delicia de un dolor que se escondía en su vientre.
Hasta hacerse incontenible.
La respiración comenzó a entrecortarse. Todos sus músculos se tensaron y la fricción producida se hizo insoportable. Sentía algo duro e inmenso dentro de ella. Él empezó a excitarse seriamente y unos bramidos acompañaron los gritos de la mujer.
Venía el orgasmo.
Ambos podían sentirlo.
Venía el orgasmo.
Un par de lágrimas detenidas en los ojos de la chica.
Una descarga simultánea.
Él miró a la joven.
Y después, en silencio, a su estilo, se marchó.
Iba a tener que limpiar la sangre de la escopeta.